sábado, 30 de julio de 2011

AL FINAL DEL CAMINO

Al final del camino hay un más allá. Una nueva, o mejor aún, una vieja e interminable carretera donde no llegan las prisas. Es el camino lo que importa, el trayecto y no el objetivo. Viajar por viajar, haciendo escalas, eso sí, y conociendo lentamente lo que no está al alcance de los mapas. Es la soledad de la carretera, la compañía de las curvas y la tranquilidad de saber que no necesito llegar, lo que hace rugir discretamente el motor de La Poderosa.
En una curva olvidada de una de esas carreteras muertas, sigue viviendo un hermoso acebuche, regalando su sombra a un modesto trozo de asfalto, y a veces, sirviendo de respaldo al viajero.

Alguien dijo: Llegar a la meta no es vencer, lo importante es el camino y en él, caer, levantarse, insistir, aprender..., porque acabar es perder la belleza del instante y convertirlo en puro recuerdo.

Siempre nos queda la oportunidad de ser ingeniosos hidalgos y lanzarnos contra los gigantes que nos aplastan con el peso de la cotidianeidad.  Todavía podemos resistirnos a tragar con el cuento de la realidad y sus múltiples mentiras. Tenemos en la mano la posibilidad de crear nuestras propias verdades, las que importan.
Es posible que todavía sepamos recuperar el espíritu de la aventura sin necesidad de ir tan lejos.

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